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jueves, 7 de abril de 2011

De salmones, padres e hijos.




Girar la cabeza y golpearte, sin poder remediarlo, con un bloque de cemento. Sukkwan Island, la historia  de  un padre y un hijo. David Vann supera a su maestro McCarthy en una de las más brillantes narraciones del SXXI. Sin caer en tediosas y absurdas comparaciones con el Martin Eden de London o La carretera del citado Cormac, Sukkwan Island nos imparte una maravillosa lección de los problemas de comunicación entre padre e hijo y de la deshumanización global de las relaciones interparentales y paternofiliales en un escenario donde no se puede culpar a Internet. El devenir de Jim y Roy, la lección de supervivencia y la frenética lucha  No me cabe ninguna duda de que ha sido el fenómenlo literario del pasado año, muy por encima de cualquier contricante en los anaqueles. Destacar la pericia narrativa de Vann sería redundar en discursos literariamente correctos, propios de ABC, o similares medios de información vendidos a la reseña facilona y epatante. Sukkwan Island supone una fractura con todo lo anterior que cualquier amante de la lectura haya podido leer. Al iniciar la segunda parte de este libro pueden ocurrir dos cosas, primero, que la lectora (persona), cierre el libro para poder dormir tranquilamente, o, segundo, que la lectora (persona valiente), haga de tripas corazón y se adentre en la frenética historia de amor de un padre y un hijo que no le permitirá dormir durante varios días. Nightmare en Alaska. No, reducir o desprestigiar esta joya literaria a un gore posmodernista es depreciar la buena literatura que derrama en cada una de las páginas est desgarradora historia. Curiosamente, y desde otra perspectiva bien distinta, pero siguieno el hilo generacional del nuevo siglo, nos volvemos a encontrar ante una historia fundamentada en el pilar del vacío. Hay una diferencia de edad entre Tao Lin y David Vann que es palpable, pero ambos han apostado por el vacío en sus primeros libros desde dos escenarios totalmente distintos pero a la vez complementarios, a pesar de que la obra de Vann es de una consistencia que nada tiene que ver con el amigo Lin, el nexo común del vacío es algo que se revela en ambos manuscritos. Y lo mejor, lo mejor de todo, es que es una apuesta de una editorial  joven como Alfabia, se les escapó a Planeta o a Mondadori esta maravillosa obra de la literatura del nuevo siglo, imagino que muy pronto será llevada al celuloide, si bien, será imposible que el impacto que supone la lectura de Sukkwan Island cause en el espectador ese daño o golpe psicológico y moral que, como el directo al hígado del boxeador, provoca la inmersión literaria en este intrigante suceso literario que nos ofrece David Vann. Para algunos el drama existencia del año. Para mí, el ensayo lírico más lúcido sobre la existencia que esta jovenzuela ha leído hasta el momento.


Sukkwan Island.
Traducción: Daniel Gascón.
Alfabia, 2010.
176 páginas.
PVP: 18€


Lecturas cruzadas: Elegía, Suomenlinna, La carretera.

1 comentario:

  1. Hola Nella,

    No pretendo abundar en un debate inconducente y, me parece, agotado. Creo, no obstante, que es un error de perspectiva focalizar la tediosa controversia sobre 'Richard Yates' en la cuestión generacional.

    Te dejo el link de un artículo –lúcido, creo–, por si te interesa leerlo.

    Un saludo. Buen blog, por cierto.

    http://www.elpais.com/articulo/opinion/Internet/rebelion/cuerpos/elpepuopi/20110409elpepiopi_11/Tes

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